domingo, 9 de enero de 2011

Cara y cruz

Este fin de semana, mi salud ha mostrado su cara y su cruz, sorprendiéndome una vez más con lo imprevisible que es esta enfermedad. El sábado me desperté cansada, el típico día que no apetece salir de la cama, pero con el añadido de esa fatiga ligada a la esclerosis múltiple que resulta tan difícil de explicar: el cuerpo pesa, me siento somnolienta, y cada paso es un triunfo. Por la mañana salí un momento a comprar unos regalos para un cumpleaños que tenía por la noche, y mi andar volvió a ser lento y pesado. Al llegar a casa me fundí con el sillón unos minutos antes de sentirme con fuerzas de ponerme a preparar algo de comer.

Por la noche, en el cumpleaños que unos amigos celebraban en su casa, lo pasé bien pero estuve sentada la mayor parte del tiempo. Y de los tres pisos sin ascensor, mejor no hablar (aunque los subí, volví a sentir como si mis piernas pesaran una tonelada cada una).

Llegó a pasárseme por la cabeza si la mayor fuerza y resistencia tras la operación no habrían sido un espejismo, aunque tampoco le dí muchas vueltas: todos estos años con escerosis múltiple me han enseñado a no dar nada por sentado... y tampoco nada por perdido.

Hoy domingo el día me ha demostrado que esa es la filosofía correcta. He dormido fenomenal y me he levantado con ganas de ordenar y organizar toda la casa. Y en eso estoy: he revisado cajones, he limpiado el polvo y el baño, he tirado papeles, he organizado ropa... y ahora disfruto el resultado en una pausa que no tiene más objetivo que escribir en el blog. Habando claro: no he necesitado dejar de hacer cosas y parar, exhausta. Y ahora pienso seguir un ratito más.

Así que, como decía, este fin de semana ha vuelto a recordarme lo que se disfruta cuando no hay que buscar la energía dentro, muy dentro, haciendo un enorme esfuerzo para olvidar la fatiga. El sábado me recordó cómo eran la mayoría de los días antes de mi operación de ccsvi. Ahora, casi un mes después de que la sangre vuelva a salir sin problemas del cerebro, creo que el patrón se ha invertido: los días "buenos" son aplastante mayoría, lo que hace que vuelva a quejarme de los menos buenos, en lugar de aceptarlos sin más. ¡Qué mala señal cuando algo malo no hace que nos alarmemos, porque ya estamos acostumbrados a ello! Yo, afortunadamente, vuelvo a alarmarme por no poder hacer algo, en lugar de encontrarlo normal.

3 comentarios:

  1. Hola Mitra, te cuento que estoy intervenido hace dos meses y medio, y mi resumen de todo es una simple frase:
    "tres pasos adelante, uno atras", la mejoria es la mayoria de los momentos, y nos pasa a todos, cuando nos acostumbramos a lo bueno.
    Un beso y mucho animo. Javier.

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  2. Estoy de acuerdo con Javier. Muchos experimentan varios días de mejorías...y después uno de retroceso...y al día siguiente comienzan otra fase de mejorías...Es algo bastante generalizado entre aquellos que experimentan mejorías. Otra cosa curiosa es que a veces el enfermo no nota la mejora de un día para otro...sólo al cabo del tiempo se descubre haciendo cosas que antes de la intervención eran imposibles.

    ¡¡¡Mitra, Javier... me alegro tanto de vuestros progresos!!!

    Un abrazo a los dos,
    Pepe.

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  3. Hola a los dos! muchas gracias por vuestros comentarios. Javier, ya he dicho a varias personas tu frase "tres pasos adelante, uno atrás". Ahora forma parte de mi descripción de cómo me siento. ¡Me parece una descripción perfecta!

    Pepe, gracias por compartir tu experiencia con nosotros, te considero todo un experto en este tema. Pero sobre todo, gracias por estar ahí y alegrarte con nuestros progresos.

    ¡Besos a los dos!

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