miércoles, 21 de octubre de 2009

Un buen día

Dije que contaría cómo he ha ido en la reunión, y eso es lo primero que voy a hacer. Al final, saliendo con tiempo, llegué sin problemas a la sala de la reunión. El único obstáculo en el camino, unas escaleras sin barandilla. La reunión ha ido bien.

Así que una vez más me las he apañado para pasar por encima, al menos en la práctica. A ver si la próxima vez consigo no preocuparme por cómo llegar hasta que ya esté yendo.

Nota en la agenda: notificar al responsable de los edificios que esas escaleras deberían tener una barandilla.

martes, 20 de octubre de 2009

Una reunión... ¿complicada?

Mañana tengo una reunión a primera hora, una de esas que se presentan aburridas pero que pueden terminar por complicarse mucho, con muchos jefes presentes, y además por videoconferencia. Supongo que lo normal en mi lugar sería estar nerviosa por los contenidos de la reunión, las preguntas que me puedan hacer o si voy a meter la pata. Y sin embargo, lo que más preocupa es si la sala de la reunión va a estar muy lejos. Me preocupa y me da rabia a la vez.


Este es otro de los momentos en los que me llevo otra bofetada de realidad. No me afecta la esclerosis... relativamente. Me puedo adaptar, yo puedo con todo... casi siempre. Supongo que como siempre tiraré de orgullo y planificación, llegaré media hora antes para empezar a buscar el sitio (aquí todo es enorme, cercano y a la vez tan lejos).


Ya os contaré cómo lo resuelvo; de momento, sigo rebelándome interiormente contra esta lotería. Hoy no soy tan positiva como de costumbre, pero bueno, supongo que entenderéis que, como todo el mundo, tengo mis días.

miércoles, 14 de octubre de 2009

La revolución

Ya es la segunda vez que me pasa en la vida: me entero de una noticia que puede revolucionar mi vida, y de primeras no hago caso, ni frío ni calor. La primera vez casi dejo pasar de largo un trabajo que ha determinado todo lo que soy ahora profesionalmente; la segunda fue ayer, cuando no di demasiada credibilidad a una de las miles alertas de google que recibo sobre esclerosis múltiple.

Es cierto que hay que leer estas alertas con cuidado, porque suele haber de todo: desde noticias que no lo son tanto (conocidas desde hace años) hasta dramas personales que pintan la enfermedad como un infierno, pasando, cómo no, por bulos variados. Por eso leo titulares por encima y sólo me paro en algunas, y ayer estuve a punto de pasar por alto una novedad que ha encendido una lucecita de esperanza.

Siempre he estado convencida de que aparecerá una cura para la esclerosis múltiple. Quizá no algo que cure, pero sí que detenga por completo la evolución de la enfermedad. He tenido eso tan claro como que para mí sería tarde; bienvenido el freno a la enfermedad, pero adiós a los milagros que hicieran "repararse" la mielina que cubre mis nervios.

Bueno, pues con todo el escepticismo del mundo, con los pies en la tierra, pero hoy con esta esperanza en el horizonte: un nuevo fármaco en pruebas que podría ayudar a los impulsos a seguir su camino aunque la mielina esté dañada. Nota en la agenda: preguntar sobre esto al médico en la próxima cita.

martes, 13 de octubre de 2009

¿No me afecta?

Voy de fuerte por el mundo, y de repente alguien toca mi punto más sensible... y me derrumbo. Da igual que ese alguien sea una absoluta desconocida, como me pasó el otro día.

He estado pensando en ello. Es verdad que siempre quiero llegar a todo, a pesar de los achaques, como yo los llamo, que me ha causado la esclerosis múltiple. Pero debo admitir que no siempre puedo. Sé que mucha gente que no tiene ningún problema físico hace menos cosas que yo, que la actitud es fundamental, pero eso no es ningún consuelo. No me comparo con los demás, me comparo conmigo misma, con cómo sería yo si no tuviera esclerosis múltiple.

Y lo más duro es que no soy de otra forma, pero mi cuerpo no me deja seguir mis impulsos, mis tendencias. "Si yo estuviera bien...". Lo pienso mucho más de lo que debería. Supongo que no acepto la enfermedad tanto como creo.

Y aún así, animo a todo el que tenga algún problema a no resignarse. Es crónico, sí, pero ¿quién sabe? No hay que rendirse, porque entonces, nos ganan.